Archivos militantes: lucha cuir y antifascismo en los 90. La biblioteca de La Radical Gai + LSD.

La Radical Gai y LSD fueron dos grupos activistas que surgieron en el Madrid de los noventa. Ambos militaron conjuntamente por los derechos LGBT: La Radi como movimiento gay y LSD en representación del colectivo lésbico, trabajaron de manera colectiva compartiendo asambleas, manifestaciones, acciones y eventos. “Nuestra idea era dirigirnos a todo aquello que nos parecía normativo, impositivo, opresor (..) Interrelacionábamos los discursos de la identidad con una serie de discursos como el anticapitalismo, el discurso contra el ejército, contra la militarización, contra la guerra, etc. (Vila, 2004, p.69)”.

La presente investigación se centra en diversos colectivos o asociaciones militantes y artivistas de la década de los noventa en el Estado Español que, contra toda autoridad y discurso hegemónico, han disputado espacios de referencia y autoafirmación. Más en particular, desde el anarquismo, el movimiento okupa, el antifascismo y la divulgación de conocimiento compartido a través de publicaciones autoeditadas como el fanzine; arma política, cultural y anticapitalista. La investigación gira en torno al archivo de La Radical Gai que posee la Fundación Anselmo Lorenzo (FAL) en Madrid. A partir del análisis de los documentos, se abordarán temáticas en torno al movimiento cuir de la época,  la autoedición, el activismo y la sexualidad.

Extracto de la entrevista realizada a Fefa Vila (LSD). Por Lucía Simón Montenegro 27 de marzo de 2024, Madrid.

 

LSD y La Radi compartían información y establecieron alianzas con colectivos y/o agrupaciones de distintas partes del mundo. Aquí indagamos en las redes de conocimiento compartido a nivel nacional e internacional. 

 

En esa época  el movimiento okupa comenzaba a tomar fuerza.  en ese contexto surge La Radi. “Sobre todo, COGAM (Colectivo de Lesbianas y Gais de Madrid) comenzaba a desvincularse de este tipo de movimientos y nosotros, al revés, queríamos  involucrarnos más. Si había una manifestación antimilitarista estábamos ahí, si había una manifestación el 01 de mayo, La Radi estaba ahí”.  (Llamas, R., 2009)

El marica y su culo, imán de la desgracia divina, no solo era el merecedor del castigo, del peor de los castigos: un deterioro visible, una encarnación de la enfermedad que auguraba una dolorosa agonía hasta la muerte. El Marica era el que trasmitía esa enfermedad por su culo y así se situaba en un plano de objeto eliminable, controlable. La ausencia de conocimiento sobre la transmisión del VIH que se daba cuando surgió la pandemia servía para tratar al marica como el cuerpo infeccioso, el vector de transmisión, no del vicio o del pecado sino de la muerte. (Sáez y Carrascosa, 2011, p.140)