Cuerpo pesado-lijero

Cuerpo que empuja con otro cuerpo

Cuerpo que busca en el espacio

Cuerpo pequeña y grande

CANCION #1 - Diana

Palabras clave: Canción abastracta, canto largo, voces por capas, el decierto

El abordaje coreográfico se centrara en el trabajo de relación entre los cuerpos de 4 bailarines de la compañía, creando duetos y cuartetos en torno al tema de la Ausencia y abordando los elemento de la accesibilidad universal.


Se han realizado avences desde la exploración  en torno al peso (dar y recibir) , tiempo en la investigacion de cada cuerpo y en duo, el flujo y la dirección. 

Ante la ley

[Cuento - Texto completo.]

Franz Kafka

Ante la ley hay un guardián. Un campesino se presenta frente a este guardián, y solicita que le permita entrar en la Ley. Pero el guardián contesta que por ahora no puede dejarlo entrar. El hombre reflexiona y pregunta si más tarde lo dejarán entrar.

-Tal vez -dice el centinela- pero no por ahora.

La puerta que da a la Ley está abierta, como de costumbre; cuando el guardián se hace a un lado, el hombre se inclina para espiar. El guardián lo ve, se sonríe y le dice:

-Si tu deseo es tan grande haz la prueba de entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda que soy poderoso. Y sólo soy el último de los guardianes. Entre salón y salón también hay guardianes, cada uno más poderoso que el otro. Ya el tercer guardián es tan terrible que no puedo mirarlo siquiera.

El campesino no había previsto estas dificultades; la Ley debería ser siempre accesible para todos, piensa, pero al fijarse en el guardián, con su abrigo de pieles, su nariz grande y aguileña, su barba negra de tártaro, rala y negra, decide que le conviene más esperar. El guardián le da un escabel y le permite sentarse a un costado de la puerta.

Allí espera días y años. Intenta infinitas veces entrar y fatiga al guardián con sus súplicas. Con frecuencia el guardián conversa brevemente con él, le hace preguntas sobre su país y sobre muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y, finalmente siempre le repite que no puede dejarlo entrar. El hombre, que se ha provisto de muchas cosas para el viaje, sacrifica todo, por valioso que sea, para sobornar al guardián. Este acepta todo, en efecto, pero le dice:

-Lo acepto para que no creas que has omitido ningún esfuerzo.

Durante esos largos años, el hombre observa casi continuamente al guardián: se olvida de los otros y le parece que éste es el único obstáculo que lo separa de la Ley. Maldice su mala suerte, durante los primeros años audazmente y en voz alta; más tarde, a medida que envejece, sólo murmura para sí. Retorna a la infancia, y como en su cuidadosa y larga contemplación del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de piel, también suplica a las pulgas que lo ayuden y convenzan al guardián. Finalmente, su vista se debilita, y ya no sabe si realmente hay menos luz, o si sólo lo engañan sus ojos. Pero en medio de la oscuridad distingue un resplandor, que surge inextinguible de la puerta de la Ley. Ya le queda poco tiempo de vida. Antes de morir, todas las experiencias de esos largos años se confunden en su mente en una sola pregunta, que hasta ahora no ha formulado. Hace señas al guardián para que se acerque, ya que el rigor de la muerte comienza a endurecer su cuerpo. El guardián se ve obligado a agacharse mucho para hablar con él, porque la disparidad de estaturas entre ambos ha aumentado bastante con el tiempo, para desmedro del campesino.

-¿Qué quieres saber ahora? -pregunta el guardián-. Eres insaciable.

-Todos se esfuerzan por llegar a la Ley -dice el hombre-; ¿cómo es posible entonces que durante tantos años nadie más que yo pretendiera entrar?

El guardián comprende que el hombre está por morir, y para que sus desfallecientes sentidos perciban sus palabras, le dice junto al oído con voz atronadora:

-Nadie podía pretenderlo porque esta entrada era solamente para ti. Ahora voy a cerrarla.

FIN

 

Tomado de: https://ciudadseva.com/texto/ante-la-ley/

Referente de David Bernal

Referente de Fabian 

En el 2002 la escultora bogotana Doris Salcedo irrumpió con su obra, Sillas vacías del Palacio de Justicia, la cotidianidad del centro de la capital colombiana. Interviniendo la esquina del Palacio de Justicia con sillas de madera, Doris pretendía recordar lo ocurrido en 1985 cuando el M-19 se tomó ese edificio.

 

Imagen y texto tomado de: https://arteymemoriaslatinoamericanas.wordpress.com/2016/07/12/objetos-pendiendo-la-memoria-resena-a-la-obra-de-doris-salcedo/

 

Referente de Juliana Ponguta

Mi alma tiene el peso de la luz.
Tiene el peso de la música.
Tiene el peso de la palabra nunca dicha, preparada quien sabe para ser dicha.
Tiene el peso de un recuerdo.
Tiene el peso de una nostalgia azul.
Tiene el peso de una mirada.
Pesa como pesa una ausencia.
y la lágrima que no se lloró.
tiene el peso inmaterial de la soledad en medio de los demás.

 

Clarice Lispector

A partir de los dos referentes, se abordaron pautas en torno a la silla vacía que se quiere ocupar, trabajando desde el peso, el contrapeso y los apoyos.


La imagen de un hombre en el desierto, nace del cuento de Kafka e inspira la presencia de ambos bailarines.

 

Con el apoyo de Jhon Vanegas, bailarín Sordo y Lorena Lozano, Interprete a LSC, se realizó la interpretación del poema de Clarise a Lengua de Señas Colombiana (LSC) de tal manera que al cambiar de Español a LSC, el sentido poético se mantuviera.