El siglo XXI y su dinámica social exigen el desarrollo de nuevas formas de expresión artística, a la vez que muestran la necesidad de repensar los modelos artísticos tradicionales. El formato de concierto, imperante durante los últimos siglos, se encuentra en un estado de agotamiento (Sloboda, 2010). Numerosas manifestaciones artísticas buscan una nueva voz que se adapte a las transformaciones del mundo actual. La irrupción de internet y las nuevas tecnologías han revolucionado el panorama musical, desafiando las nociones tradicionales de obra, autor, intérprete y público. Estos conceptos, ya objeto de debate por parte de algunos compositores, exigen una redefinición en el contexto de la era digital.
Del mismo modo, las fronteras de la música "clásica" han experimentado una progresiva difuminación en los últimos tiempos. Cada vez más artistas exploran el concierto como una forma de expresión que no solo integra otras disciplinas artísticas, sino también los avances tecnológicos. Este enfoque desafía las convenciones estéticas tradicionales y la noción de género musical. La omnipresencia de la tecnología en la sociedad contemporánea enfatiza la necesidad de llevar a cabo investigaciones que exploren las diversas posibilidades del concierto. Este concepto debe entenderse no solo como un evento de representación musical, sino como un acto artístico que se desarrolla en interacción con un nuevo tipo de público, enraizado en una sociedad altamente tecnológica (Saunders, 2019).
El formato clásico de concierto ahora aparece como un símbolo de nuestro pasado, impulsándonos a reconsiderar nuestra relación con el arte en la era de la revolución digital. Obras como Hello! muestran la disolución de los roles tradicionales en un intercambio dinámico de energía creativa, donde los enfoques interdisciplinarios marcan el inicio de una nueva forma de expresión musical. En este contexto, la música se transforma en una experiencia multisensorial que desafía nuestra percepción del espacio, el tiempo y el cuerpo.
La corriente se presenta de la mano de expresiones en torno al teatro musical, donde el intérprete es parte de la escena y pasa a ser el objeto de estudio. El performer es un intérprete preparado para cualquier tipo de manifestación artística que cuenta con el público como un elemento más (Lizarazu, 2018). Se persigue difuminar las líneas que definen a cada manifestación artística, en beneficio de la interdisciplinariedad.
En este contexto, y motivados por la constante observación de las diferentes programaciones de conciertos, surge nuestro interés en un formato que trascienda las etiquetas de género y estilo. Este formato propio está centrado en el concierto, ahora escénico, concebido como obra. Durante décadas, se han dedicado esfuerzos significativos a diseñar conciertos que cautiven a la audiencia, a menudo explorando temáticas específicas o adoptando enfoques monográficos. La redefinición del formato se convierte en una de nuestras áreas de estudio, impulsa nuestra investigación y es la génesis de este concierto.
Trasmutaciones busca desarrollar un programa de concierto que funcione como objeto de estudio y guía para las nuevas manifestaciones artísticas, con la intención de involucrar al público como agentes sociales activos en la transformación y apreciación de la obra musical (Cook, 2019).
Mediante una metodología propia de la investigación artística, se redefine el concierto como un espacio dramatúrgico, e incluso post-dramatúrgico (Lehman, 2006 [1999]). Todos los elementos que han sido más o menos descartados por el concierto clásico en el último siglo, como el espacio, la iluminación, las proyecciones, el texto integrado en el propio concierto y la ampliación del vocabulario instrumental mediante la electrónica en vivo o pregrabada, se utilizan aquí para crear un formato híbrido.
Esta obra busca redefinir el concepto de "transformación" evitando cualquier barrera estilística. Las obras de Richard Strauss, John Cage y Alexander Schubert se incluyen no solo por su valor artístico, sino también por su contribución a la temática.
Desde una perspectiva educativa, creemos que este tipo de proyecto es de gran interés para la formación de músicos y, en un sentido más amplio, de artistas. En nuestro esfuerzo por eliminar fronteras, aspiramos a que los estudiantes dejen de ser únicamente aprendices y se conviertan en directores de concierto, aportando sus inquietudes y sintiéndose partícipes del proyecto. La oportunidad de experimentar y llevar a cabo investigaciones conjuntas de este tipo es, pensamos, muy importante para su formación y desarrollo posterior.