Una idea me inquieta desde hace un tiempo: ¿bailar en el suelo o bailar sobre la silla? Esta pregunta me ha estado rondando desde que empecé a bailar.
La experiencia de la danza comenzó en el suelo, y siempre valoré esa libertad y esa manera cómplice y cercana de relacionarme con los cuerpos. Hay toda una investigación en “Micelio, o el arte de emerger”. Pero aquí, en FOCARIS, vuelvo a hacerme la pregunta: no solo porque siento que estar sobre la silla tiene el potencial de liberarme las manos, sino porque, además, en esta obra me amarro a la silla.
En “Cancionero para la Ausencia” hubo una escena en la que utilicé un cinturón y un pulpo para mantenerme pegado a la silla, de manera que pudiera mantener mi vértice ajustado al de la silla. En esa obra era solo una escena, pero en FOCARIS estoy explorando esto de manera que me permito liberar los brazos y descolgar mi tronco sin riesgo de que me salga de la silla. Esto, además, permite que cualquier compañere pueda subirse a mis piernas sin riesgo de que los pies se salgan del apoyapiés.
Recuerdo que en una sesión fue muy interesante poder decirles a mis compañeres que estaban en total libertad de subirse a mis piernas, pues, con esta configuración, no hay riesgo de que los pies se salgan del apoyapiés. Esto es muy práctico, pues me permite fijar mi atención en otros asuntos y no necesariamente en si mis pies están bien colocados o si tengo que acomodarlos.
La silla me permite abarcar muchas más distancias: ir y venir a través del espacio y, mientras estoy amarrado, también me resulta muy fácil salir de mi eje y encontrar una horizontalidad mucho más amplia, por lo menos desde mi tronco y mis brazos (hasta el punto de rozar el límite de la caída, con todo y silla).....
Para ser más exactos, esta búsqueda comenzó mucho tiempo atrás...
Pero, atendiendo a la claridad, pienso que aquello que evoca FOCARIS
se ha manifestado en tres momentos.
El primero corresponde a las etapas previas,
cuando aparecen los esbozos,
y la idea vuela por ahí, anhelando ser alcanzada.
Ese tiempo de intuición flotante, donde algo se anuncia pero no se deja atrapar.
El segundo momento está en los talleres preparatorios:
exploramos la elaboración de los solos,
el trabajo con los materiales,
la capacidad expresiva de la lengua de señas,
las posibilidades del lenguaje hablado,
y la llamada —inevitable y potente—
de las personificaciones del teatro griego.
Técnicamente, esto se llama de otra manera.
Pero para esta bitácora, lo llamaré así: (....).
El tercer momento es este:
la etapa atravesada por el registro,
por la memoria de los encuentros,
donde evoco el devenir del proceso
y me observo a través de él.
Habría que agregar un momento más:
el de la obra.
El instante donde todo se ofrece, se arriesga y se vuelve visible.
Hablo en estas dos primeras páginas de tensiones, contraposiciones y diálogos.
Y acudo a las palabras para ilustrar la dinámica que nace en los cuerpos.
Este símil —el de la palabra— no se limita al verbo;
por el contrario, nombra más certeramente esa transferencia viva
que ocurre en los diálogos,
donde las palabras se crean de la mano con las cosas,
no como entidades puras o aisladas,
sino como respuestas orgánicas a las necesidades, potencias
y descubrimientos del grupo.
Cada término ha sido producido, estudiado, encarnado
y ofrecido sobre el linóleo.
Manjar o cena de los dioses...
Vale la pena señalar que este desplazamiento del lenguaje,
en el marco de FOCARIS,
ocurre entre las vaporizaciones de la alquimia conocida:
no como ciencia exacta,
sino como metáfora.
Pero es una metáfora que se puede rastrear,
al menos desde la palabra,
como huella latente de un proceso que transmuta.
Considero que esta primera etapa estuvo marcada por dos momentos. El primero fue la breve residencia que tuvimos a principios del mes de junio con la Visita de Laisvie, en donde nos fue revelada la idea general de la obra y, a manera de experiementación, investigamos algunas intuiciones en torno al Coro, a los Solos de cada bailarin/na y a la relaciones cinéticas que se estabelcian (o buscaban establecerce) entre estos dos roles dramatúrgicos de lo que será FOCARIS. Esta investigación estuvo marcada por el taller que realizamos a principios de año en la Zona de Creación Accesibre con Jose Mejia, en donde exploramos una suerte de estado escenico que estuviera alerta y atento a los movimientos del compañero/a para generar así movimientos propios. En la residencia de Laisvie encontramos una necesidad por irrumpir en el espacio sin temor alguno cada quien con su movimiento buscando revelar una fuerza interior. Al mismo tiempo, descubrimos que el coro mas que un rol pasivo, consiste en retroalimentar y hacer eco de la fuerza del solista. Mientras atiende y le da foco al solo, va componiendo y armoniando el escenario, tambien en un estado de atención y escucha.
En esta seguda etapa la investigación y creación del solo se centro en alimentarlo, o acaso llenarlo de capas. Con Diana estuvimos trabajado en los movimientos singulares a partir de referencias personales que alimentan el fuego interior. Una de las actividades consistió en que cada uno bailara escuchando con audifonos una canción que lo encendia. Yo escuché un tema de Dj SS que se llama "Black", pero después cambié a un tema de Motorhead que se llama "Ace of Spades" pues siento que el rock me calienta más desde la energía que sube por la espina dorsal con este tema.
Otra investigación que realizamos consistió en ver a una compañera bailando su tema sin que supieramos que estaba escuchando. Esta actividad la realizamos en parejas. Al final anotabamos algunas palabras y cada uno le daba regalos a su compañera a partir de la sensación que le había producido el solo. Dahlia me regaló la experiencia del movimiento de la serpiente y evocó una suerte de caldero que nacia de mis piernas en donde del humo que se deprendía nacia el movimiento.
La meta de esta etapa es fijar un solo, para ello tengo todos estos recursos, pero también la necesidad de ser mas claro con los mismos y con los momentos. Ya tengo una estructura pero es necesario aclarar la calidad en intenciones de ciertas partes que se desdibujan. Para ello me resulta mas que conveneinte apropiarme de la investigación realizada en febrero con Lorena en donde trabajamos en torno a la capacidad expresiva de la seña en el espacio corporal.
Mi fuego, o acaso mi luz interior, nace de una investigación experiemental en torno al misterio de estar vivo, que se ocupa del mas acá y se inclina a olfatear intuiciones, pensamientos y sensaciones como guias y estrategias de autorealización para mantener el ímpetu ardiendo.
Poco a poco vamos fijando movimientos.
Al principio era un duelo, una pelea.
Pero la cosa ha cambiado: ahora exploramos contraposiciones.
Dos llamas que se encuentran; una reacción química que colinda entre la fuerza y la suspensión,
entre el rugido crepitante del fuego y el silencio.
Una oscilación que suspende y perpetúa.