En el artículo ‘When eros drives artistic research’, propongo que ‘la investigación artística establece una relación cognitiva y gozosa con su objeto cuando el artista reconoce su imposibilidad de poseerlo. Comienza así un inagotable “proceso de investigación”, que, en sí mismo, implica una comunión amorosa que une imaginación y razón’1 (Gómez, 2024: 241).
Sitúo la reflexión del amor en un modo de investigar que no es el científico ni el cualitativo, sino el artístico. Aunque este último no se contrapone con los demás tipos de investigación, es necesario reconocer sus diferencias por sus aportes particulares al pensamiento, los que aquí trataré de enunciar al bordar la idea de especulación en el arte.
Esta reflexión se da en el entorno del pensamiento crítico acerca de la investigación artística y atendiendo, principalmente, a la que ha sido definida por Borgdorff (2012) como la investigación en las artes. En ella, en efecto, reconozco que se lleva a cabo una vinculación entre pensamiento conceptual y pensamiento simbólico cuando se teje información documental o discurso con texturas, colores, disposiciones espaciales o gestos en una misma superficie estética (una que no es necesariamente objeto sino ensamblaje de elementos heterogéneos), lo que crea un horizonte de posibilidad para la especulación sensible.
Necesito señalar que el sitio desde donde observo y reflexiono no es desde fuera del proceso de creación. No quiero hablar del fenómeno intelectivo o receptivo al que da lugar una obra terminada —resultante de una investigación—, sino observar el proceso, el pensar que acontece cuando un tipo de investigación en arte va uniendo, en una misma obra o ensamblaje, símbolo y concepto, eros y episteme.
Cierto proceso de investigación es capaz de unir las dimensiones estética y filosófica en un ir y venir de la práctica artística a la práctica escritural, logrando expresar un pensamiento integral en su resultado formal. Porque la dimensión simbólica, sustento estético de las obras artísticas, expresa núcleos de sentido que la dimensión conceptual es capaz de desarrollar con un lenguaje argumental o proposicional acerca de esos núcleos en o durante la obra o suceso artístico.
En este texto se relaciona la investigación artística con la búsqueda de conocimiento impulsada por Eros.
Esta manera de investigar reúne ἐπιστήμη (episteme, conocimiento) y ἐπιθυμία (epithymía, deseo), recuperando un proceso de pensamiento que se asemeja a la razón clásica o idea del logos que organiza y reconcilia diferentes modos de conocer; no sólo prestando atención al concepto o dando valor a lo comprobable ni sólo tomando en consideración lo intuido o la emoción, sino a su conjunción. La capacidad de reunir elementos temporal o espacialmente y hacer de ellos un todo coherente es lo que me hace pensar que la investigación en arte se lleva a cabo por procesos de especulación.
El amor es el anhelo o la necesidad de la verdad, es decir, de aquello que permanece en las cosas pese al cambio, que busca su fondo inagotable, su sentido último, su misterio insondable. El amor da al investigador/a un deseo mesurado, que permanece entre la carencia y la abundancia, un eros que desea al objeto sin la necesidad de agotarlo o subsumirlo en su descripción, función o aplicación. Le ama y por eso le reconoce como lo totalmente otro.


