Me he encontrado con la dificultad de explicar que distinguir entre campos de conocimiento y, en este caso, entre arte y ciencia o arte y sociología no implica una contraposición de disciplinas. Más bien, implica reconocer que la perspectiva de observación o la predisposición gnoseológica ante lo investigado van a influir, como una luz que lo mancha todo, sobre el tipo de investigación que se lleva a cabo y su criterio, así como sobre el lenguaje (y/o medio) en el que se expresan los resultados. Más allá de una contraposición, el posicionamiento o enfoque nos dirá con qué fuerza el discurso proposicional o conceptual y la experiencia se presentan en la investigación, y nos dará una postura epistemológica final, un aporte particular que implica un modo de decir.
Los campos de conocimiento delimitan el recorte de mundo que quieren y pueden analizar sobre la base de un enfoque unificador que les es propio y no se reduce a las teorías desarrolladas dentro de esos campos (ni se diluye en la incursión en teorías o métodos pertenecientes a otras disciplinas).
Se hace en este apartado una reflexión gnoseológica porque aparece la pregunta por el límite del conocimiento en sí, y más específicamente, se hace una reflexión epistemológica porque hay interés en ‘los fines, condiciones y límites del conocimiento’ disciplinar (Marradi, 2002: 122). Reconocer los límites del conocimiento artístico, filosófico o científico no desmerece ninguno de los campos, sino que permite, por un lado, valorar sus aportes y, por otro, comprender la necesidad de su indisciplina (Rancière, 2011).
La búsqueda del criterio de unidad se inscribe en la tarea vigente que quiere dar reconocimiento al estudio y la producción de las artes como formas de investigación. Tal reconocimiento se ha de reforzar al distinguir la naturaleza axiológica y el criterio de unidad propios del campo, ampliando, por consiguiente, la labor de este campo más allá de la producción de conocimiento —que es hasta ahora lo que ha otorgado validez al estatus investigativo relacionado con las artes, según lo expresa el Manual de Frascati (OECD, 2018).
POR QUÉ ES IMPORTANTE EL SENTIDO DE UNIDAD
La comprensión de la investigación artística como una que participa de
la inter, multi y transdisciplina, tendría que asumir que no se han borrado las fronteras definitivamente entre las disciplinas y que precisamente por la particularidad de cada una es que se puede aportar, atravesar o incluso crear disturbios en las otras. Es importante conocer esas particularidades para prevenir a la investigación artística verse reducida a la producción de capital, mermando su aporte desde el espíritu.
Escuché en 2019 a Annette Arlander en la Middlesex
University London, en el marco del encuentro 'Per/forming Futures
(Artistic Doctorates in Europe)’, en una charla en la que proponía que la investigación artística es una práctica especulativa según la entiende la filosofía. Quizá en un primer momento la idea me pareció evidente,
pero ahora que busco argumento para ello, me parece tarea difícil,
aunque necesaria.
Sin embargo, en ciertos tipos de investigación en o por medio del arte se da primeramente la posibilidad de pensar, según plantea Vilar (2013) y tal como la describe Kant (1997), el proceso de reunión de los tipos de conocimiento, los juicios y la intuición para concebir la realidad. Incluso, en el caso del pensamiento especulativo, la intuición permite atender las ideas regulativas que no nos son accesibles por medio del conocimiento.
Pensar, dice también Gerard Vilar, es arrojar una red de sentido formada por nuestros lenguajes sobre un fragmento del mundo: ‘conocer sólo es una de las formas de pensar el mundo, el pensar es mucho más vasto. El arte, la religión, la filosofía, son modos de pensar el mundo, [de] fundar significados’ (2013). Aquí, diré que pensar es movimiento racional en tanto que ordena un aspecto del mundo y que, a veces, ese aspecto es pensado por medio del arte por la dificultad de asirle por los conceptos. En el arte, como en la filosofía, no se produce necesariamente conocimiento, sino que se da la interpretación del conocimiento (Williamson, 2016), es decir, se generan espacios de reflexión (como aquí se propone), de pensamiento y de producción de disturbios a la razón (Vilar, 2021).
Annette Arlander, quien sugiere que las investigaciones artísticas operan como la especulación filosófica (2017), señala que las prácticas artísticas en el entorno investigativo podrían verse reducidas a técnicas de investigación, según se colige de las tipologías como practice as research o creative research, que hallan el valor del arte en sus modos de hacer y no en sus resultados particulares: ‘si entendemos la investigación artística ante todo como una metodología, entonces podríamos verla como una extensión de la metodología cualitativa o equipararla con la investigación basada en la práctica en general’1 (2016: 7).
De ahí que sea importante preguntarse qué enfoque es el del campo investigativo de las artes, un enfoque de mirada propia, que no se base en la obtención y la observación de datos cuantitativos o cualitativos, sino cuya materia se ordene con base en la intuición, la percepción, las emociones, las imágenes, los colores como criterios para pensar el mundo. Interesa, por tanto, la reconsideración de una axiología acerca de los aportes en el nivel estético en la investigación artística.
El punto de partida unificador en las ciencias naturales lo encontramos al reconocer que estas no responden acerca de las causas últimas o los fines de las cosas, sino a ‘la relación de constantes de hechos observables’ (Millas 1949: 598). Por ejemplo, la biología, a través de sus técnicas investigativas, hará del objeto de su indagación uno más exacto según halle relaciones constantes de la vida orgánica, yendo en camino ajeno al de la explicación de las causas de su constitución: ‘el sistema de las proposiciones biológicas menta una clase de fenómenos reales, los de la vida orgánica. [Al] definir por esta mención el objeto de la biología, nada sabemos sobre el principio de constitución de ese objeto, sobre los caracteres que permitan definirlo’ (599).
Responderá aquella investigación con mayor precisión a cómo funcionan y lo hará menos al por qué y para qué existen tales fenómenos en un sentido metafísico o filosófico. Si bien las ciencias han ido ampliando técnicas investigativas y posturas epistemológicas, es el criterio que unifica el saber en un proyecto científico de esta naturaleza el que finalmente determina el camino de la investigación, sus métodos y técnicas, así como el lenguaje proposicional y abstracto en el que se describen sus resultados. La búsqueda de la relación de constantes entre hechos observables, es la ventana desde donde se observa la realidad científica; esa mirada se precisará con diversas teorías y problematizaciones derivadas.
Las preguntas que se invita a hacer en el proceso de la investigación artística, independientemente de sus tipologías, son: ¿cuál es el punto de partida conforme al que las artes definen sus objetos y sus problemas fundamentales? ¿Cuál es el punto de vista, el criterio de ‘adopción de un modo peculiar de considerar el mundo, de mirarlo y hacerlo un problema, una manera particular de poner ante él la conciencia cognoscente’ (Millas, 1949: 596) propia de las artes?
La artistic research es el término que engloba el campo donde se dan las investigaciones relacionadas con el arte, es decir, aquellas que estudian, producen y atraviesan las artes; investigando sobre las obras, sus periodos históricos, sus metodologías pedagógicas; o bien, los temas, técnicas o estrategias de creación para la construcción de una obra o entorno artístico; o bien, toda obra o proceso de creación que se constituye en espacio de reflexión y nos ofrece vías para pensar el mundo (Borgdorff, 2012; Vilar 2021).
Muchas de estas formas de investigar se ven enriquecidas con otros métodos, técnicas o teorías provenientes de diversos campos de conocimiento, pero ¿qué es aquello que permite que cada una sea capaz de unificar los conocimientos y sus perspectivas sin olvidar ‘al mismo tiempo sus cruzamientos perpetuos’? (Deleuze y Guattari, 1993: 30).
Quizá es el eros, porque el eros es la posición amorosa que reconoce la limitación que tenemos para conocer las cosas en su totalidad, la incapacidad de poseer al objeto investigado enteramente, pero que, a la vez, se alimenta del deseo de llegar a él como fin último. El deseo erótico permite unir diversas dimensiones del conocimiento del objeto en una misma superficie estética, evocándolo. No obstante, el amor como disposición investigativa necesita una práctica, un proceder que le sea idéntico, pero que le lleve al acto: este proceder sería la especulación estética.




